Los struffoli son un dulce típico de Nápoles que me gusta mucho preparar porque los echo de menos.
Hay que batir los huevos en un bol junto con el azúcar de forma que quede una mezcla espumosa. Además, se echa la mantequilla derretida y la vainilla, y se mezcla de nuevo. Se bate la mezcla con una batidora eléctrica mientras se va echando la harina para que no queden grumos. Una vez lista, se deja reposar media hora en un lugar fresco y seco.
Pasada la media hora, se extiende la masa en pequeñas cantidades sobre una superficie enharinada y se va cortando dando la forma típica de los struffoli.
Se colocan todos los struffoli en una cacerola con aceite bien caliente y se fríen hasta que se vayan dorando. Una vez listos, se sacan a un plato con papel absorbente para que suelten el exceso de aceite y se dejan enfriar a temperatura ambiente.
En una cacerola se calienta la miel sin que llegue a hervir y se van añadiendo los struffoli para que se bañen bien. Una vez listos, se colocan en un plato y se espolvorean con azúcar glas.